El gato alerta en el paredón, el anciano con su café irlandés, el borracho en el umbral de la calle Vallese, el Buda con su sonrisa sutil y sus ojos que duermen,
las nubes que se mueven, las flores en el puesto de Boyacá y yo…
Yo tratando de parecerme a ellos me he creado con los óleos mas extraños
y enajenados un sagrario donde me escondo de lo terrenal que duele.
Y todo esto… para que no te enteres.
Analia.-
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