Mario me regaló un bonsai al que llamaba Bodhisattva...tanto el árbol como Mario estaban muriendo ...una tarde ( según dicen eran las cinco ) acompañado por el requiem , una vela violeta y el calor del recuerdo de una noche planeada y perfecta Mario se fue y Bodhisattva parecía haberse ido con él...pero días después cuando entendí que no podía cambiar nada y que solo el amor que nos habíamos dado mutuamente cambió y mejoró el dolor de nuestras vidas... el árbolito de la nada floreció....
Analía.-
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